viernes, 19 de febrero de 2016

El estrés del cuidador.

 

Publicación de Silvia Santana

Cuando hablamos del estrés tenemos tendencia a asociarlo habitualmente al entorno laboral pero hay una dinámica estresora que se mantiene en muchas familias hoy en día y en silencio, el estrés del cuidador. Denominamos cuidador a aquella persona que presta una atención básica y cercana a otra persona, habitualmente un familiar, que presenta una enfermedad crónica o terminal.

Encontrarse en esta situación es una de las experiencias con mayor dificultad de adaptación por diversos motivos: por el vínculo que existe con el enfermo, porque en ocasiones el enfermo está incapacitado para interactuar con nosotros, porque el enfermo pueda presentar problemas de conducta como la ira o la desobediencia, porque es una situación a la que nos enfrentamos sin cualificación profesional y específica de lo que tenemos que hacer con el enfermo…

Por todo ello el cuidador acaba sufriendo tarde o temprano una sintomatología psicológica que se suele orientar en su diagnóstico hacía el estrés.

Intentando ayudar a esas personas que se encuentran en la situación anteriormente citada enumeramos a continuación una serie de pautas recomendables:

- Acepta que las reacciones de agotamiento son frecuentes e incluso previsibles en un cuidador. Son reacciones normales ante una situación límite. No significa que seas débil.

- No te olvides de ti mismo. El auto sacrificio total no tiene sentido. Pide ayuda y no te pongas siempre en el último lugar.

- Pide ayuda profesional. Descarga con un profesional psicólogo, psiquiatra o intenta relajarte a través de prácticas relajantes como el yoga, la danza o la meditación.

- Solicitar información y formación adecuada sobre aspectos médicos de la enfermedad, evolución de futuras complicaciones, medicación y conocimientos prácticos para enfrentarlos problemas derivados tales como nutrición, higiene, adaptación del hogar, movilizaciones del paciente, etc

- Definir objetivos reales. No mantener falsas expectativas “el enfermo no va a empeorar más de lo que está”, ni ideas absolutas extremas “voy a resolver los problemas yo solo”.

- Cuidar los propios descansos, alimentación saludable, higiene y los tiempos del sueño.

- Evitar el aislamiento: obligarse a mantener el contacto con amigos y otros familiares. Los vínculos afectivos cálidos amortiguan el estrés.

- Promover la independencia del enfermo. No debe realizar el cuidador lo que el enfermo pueda hacer por sí mismo, aunque lo haga lento o mal.

Ante todo comunicar tus emociones, frustraciones y necesidades porque aunque a veces te parezca que estás solo hay gente que te quiere ayudar. Exprésate

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